viernes, 14 de noviembre de 2014

Naturaleza



Nos arropa la música del muro bajo la colcha,
me enseñas como acariciar tus pies,
tocando también los míos,
te duermo, resucitas, te levantas,
me besas, me abrazas,
me desarmas.

-Si eres fuego,
lo dices en sonrisa,
después de leerme el fénix y tu libro,
antes de leer del delta que escondía tu ropa,
con el tacto,
la boca,
me disfrutas, te disfruto, te deseo,
con el acto onírico de vibrar a un mismo tono,
 se funde la piel, somos gotas somos sangre,
somos aire,
polvo de agua, de universo,
me rompo,
tiemblo,
 te toco, te persigo,
me respondes con tu mano en mi barbilla,
me muevo a tu ritmo,
esperando el mío,
acelerar el pulso sin perder impulso
y la naturaleza de escuchar el corazón bajo tu pecho,
me sientes, me besas, me arropas,
me tocas,
desde los pies hasta el alma,
con la calma tenue que ahora preservo con mi cuello,
con tu aroma,
mientras te escribo lentamente en casa.

no pude esperar para vestirme al alba,
me lees cada segundo la mirada,
preparas café, el específico para la noche,
suave y dulce como tus manos mariposa,
te veo mejor bajo luz tenue y bien desnuda,
con tus  dedos fríos que se calientan con mi boca.

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