viernes, 17 de octubre de 2014

la benevolencia.



Los primeros recuerdos de mi calle,
era cuando la pavimentaban,
Artemio siempre ha sido flaco y andaba sin playera,
lo veía con todos los vecinos haciendo esa talacha,
todo era un caos de lodo cuando llovía,
que entonces era muy seguido,
desenterrar años después algunos juguetes,
era una odisea paleontológica.

Sé que tu callejón es lindo Balam,
tienes cerca muchos parques
y que habitas por hoy un mundo tierno,
tus problemas son mis problemas con tu madre,
mi inconstancia que supones y no entiendes.

Le preguntaste a la abuela que si ella era feliz,
le dijiste, con una inocencia hermosa,
“mi papá siempre es feliz”
es paradójico y te entiendo,
te sabes a salvo cuando cargo,
tu cuerpo idéntico a mi cuerpo de la infancia.
Hay caminos de lodo en todos lados,
hoy recordé a Gabino,
él no tuvo la fortuna de una infancia,
benévola como de alguna forma ha sido ésta,
la nuestra.


hay dolores que son inevitables,
hay consecuencias de nuestros actos previsibles,
pero sin temor a equivocarte, debes equivocarte un poco,
aceptarlo y reconocer también todos tus aciertos,
y obtener la experiencia necesaria para levantarte,
sin temor al llanto,
éste amor a la vida, multiplica siempre una dignidad alegre,
hoy llegamos y le ganamos a la lluvia,
el trato fue jugar dos juegos, casi nada,
la resbaladilla enorme que siempre te da miedo,
te sujetaste y te soltaste de mi mano,
para saberte seguro que estaría la mía.

algún día no estaré aunque eso ahora no lo sabes,
y es probable que me pierda aún sin estar muerto,
algunos momentos de tu vida,
aprenderás a soltarte también,
a improvisar y planear.

es algo que me cuesta a mí también aceptar sobremanera,
qué un día serás muy independiente,
pero es la forma en que se desarrolla el ciclo de la vida,
y  solo ten está certeza,
yo te quiero.
Solo dos juegos
y fingiste un dolor de piernas,
sabías que te cargaría,
yo que me abrazarías,
que ahora a tus veintiún kilos metro y cacho,
cuatro años,
y los sueños,
solo siguen siendo que sueñes en mis brazos,
que cuelgues tu bracito pendular cuando te duermes,
y con la voluntad de andar llegar a casa.

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