la lluvia ahoga los gritos,
el humo, se disuelve lento
al llegar a casa,
abrirle las puertas al canto, sin esperar el alba es nuevo,
tan nuevo como escribir en mi mesa,
en mi silla,
en todo lo que es mío y que no lo es en si.
he hallado
mi terco desorden como algo lamentable,
en éste cuarto sin cuadros, dos ventanas y mis soledades,
con una puerta,
comprendo mi terquedad disociada.
tengo la música compañera,
galletas
y aún no tengo refrigerador,
en las noches me da hambre,
y no precisamente pretendo alimentar mi cuerpo.
hoy cabalgué bajo la lluvia en llamas,
con un esbozo de sonrisa
y el orgullo de llegar pronto a salvarme,
no tengo provisiones, por mi falta de previsiones,
es buen día para hacerse lluvia,
para soltarse letra,
para abrazar lenta
y violenta al agua que me arrulla.
llegué a casa,
y quiero aprender que donde yo esté es mi casa,
sobre mi taza de café expreso,
sobre las llantas de caucho de mi caballo,
sobre el terso liso de las cobijas,
y sobre el colchón desnudo.
sobre la tinta de viento,
sobre el asiento,
con ojos que arden de sudor y lluvia,
sobre ello
y sobre todo,
cada día siempre es renacer.
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