no siempre quiero ser feliz,
así como esta noche de liquidas farolas,
que liquidan ausencias,
y presencias distantes,
que dominan.
tengo labios mordidos de descontento,
y alba ajena en mi regazo,
hay un control en el cuarto,
y de poco sirve lo demás
si no hay tinta en las cajas.
Salomé,
quien suele darme todo en charola,
empieza a morir lento,
su ojo,
mi ojo de obturador fenece,
empieza por sufrir una ceguera al vacío,
de la cual
no sé puede más que apostarle
a la estética del error.
no te endulzaré los ojos del viento,
si solo se cierran,
se cansan,
se duermen,
entreabiertos duermen,
adoloridos,
acostumbrados,
ojos, con esa olor a costumbre de lo negado,
de lo que
nunca
se quiso ser.
será por que soy pretencioso,
pretendo y me pierdo,
me duermo y no te abrazo,
y si mi brazo cuelga,
es por cambiar,
como tibia serpiente su rejilla de piel.
a veces puedo ser feliz,
y la noche no se presta para ello,
esta noche no lo deseo,
preferiría asomar lágrimas,
lagrimas de ausencia,
de tierna,
labrada,
tibia,
dulce,
liquida existencia,
como tus labios que hoy se fueron.
hay cosas por las que hay que luchar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario