son más de las doce
y un caballo perdido,
pasa
frente a la casa
hay una tercia de colillas en el cenicero,
y desde mi balcón veo un caballo.
cierro los ojos
sobre el antiguo manantial,
cierro,
sobre arena
cierro,
sobre las puertas
niego
que tengo miedo
y me despojo.
entro sigiloso del balcón
al cuarto de mi madre.
hay casquillos que no explotan
como balas
y escucho
la herradura que retumba
la ceniza que me alumbra
escucho,
a mi rostro
que se esfuma,
como idea.
hay una suerte de belleza
en los caballos
que andan solos por las noches.
y la poesía esta
en todo sitio,
en los ladridos temerosos
que ahuyentan
y fulminan
a mis desconocidos.
hay perros que ladran y muerden,
noches de chasquido,
de eco de lluvia en el ocaso,
que auguran mis pasos
que comparten
la misma nostalgia de sus ojos
escucho poco,
hablo mucho,
me complazco demasiado
y me impacta,
ver
caballos.
y un caballo perdido,
pasa
frente a la casa
hay una tercia de colillas en el cenicero,
y desde mi balcón veo un caballo.
cierro los ojos
sobre el antiguo manantial,
cierro,
sobre arena
cierro,
sobre las puertas
niego
que tengo miedo
y me despojo.
entro sigiloso del balcón
al cuarto de mi madre.
hay casquillos que no explotan
como balas
y escucho
la herradura que retumba
la ceniza que me alumbra
escucho,
a mi rostro
que se esfuma,
como idea.
hay una suerte de belleza
en los caballos
que andan solos por las noches.
y la poesía esta
en todo sitio,
en los ladridos temerosos
que ahuyentan
y fulminan
a mis desconocidos.
hay perros que ladran y muerden,
noches de chasquido,
de eco de lluvia en el ocaso,
que auguran mis pasos
que comparten
la misma nostalgia de sus ojos
escucho poco,
hablo mucho,
me complazco demasiado
y me impacta,
ver
caballos.
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