ésta noche salí con Janto,
fiel corcel
que me asiste, en éste nuevo viaje.
un taxista,
quedó como acordeón en un semáforo,
queda vómito en la calle
y el vago olor a muerte ajena,
muy ajena
lejana,
tan lejana
como éste día lo son mis muertos,
a los que invoco de memoria.
a los que invoco de memoria.
recuerdo a curro,
hermoso brote de la tierra,
que murió de tres balazos en el pecho,
sangró,
sobre mis interminables amantes,
esas vías del tren que todo roban
y la falsa esperanza de los viejos gallos,
esperanza
de venganza,
de quemar el luto en otra sangre.
pues versamos los que andamos,
así como mi abuelo,
del que no conozco
más que el rostro,
qué mi madre me dibujó
con su sonrisa,
llanto
llanto
y es un bello encanto
de escucharla decir que tuvo un padre.
así,
como él,
como mi abuelo
que decía pues,
"arrieros somos"
él, que construía carreteras
con la docta ética,
que le legó a mi madre,
la que me viene a mi,
la que le sigue.
sobre la sangre derramada
una vela en los bosques de niebla,
sobre la sangre derramada,
sobre arboles grises
sobre mis antiguos cuervos
y la tristeza,
de mis alcohólicos suicidas
y toreros muertos.
sobre los guerreros,
que son ahora mariposa,
de nuevo me embelesan,
que de nuevo me importan
por que mi bello jaguar les sopla viento,
les da sustento
y su alma vuelve a tener vida
de regresar alegría,
a los que aun no vamos.
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