a veces,
si, a veces
solo puedo mirar cuervos,
aunque hay golondrinas en la isla,
soy ave
que se despide del tiempo,
vuelvo al sur,
siempre parto del silencio
y me aterra,
siempre me aterra,
la franca posibilidad de no volver,
a ésta nueva isla
de no volver,
a ser
un hombre cuerdo
que escapó del fango.
hay fragmentos
de cadáver exquisito,
en la memoria.
hoy huele a gardenia,
y suspiro,
por dejar
la ciudad de los coyotes.
tengo un ojo más pesado,
se cansa y desenfoca
soy ojo de viento
entre la copa,
de un árbol
que suspira en desaliento,
de volver
y no ceder más que el asiento,
a tiernas madres niñas
en vagón del metro.
y las vías
serán aun mis interminables amantes
que no se tocan,
nunca se tocan.
extraño volar entre los trenes
más que antiguas percepciones
pero el tiempo se pasó,
y tengo,
mi juventud de laguna
años de laguna.
me asombra el salto al vacío
que me deja abandonar
esta hebefrénia,
que refrenda y tributa,
a esta noche
una bella cordura,
etérea.
si, a veces
solo puedo mirar cuervos,
aunque hay golondrinas en la isla,
soy ave
que se despide del tiempo,
vuelvo al sur,
siempre parto del silencio
y me aterra,
siempre me aterra,
la franca posibilidad de no volver,
a ésta nueva isla
de no volver,
a ser
un hombre cuerdo
que escapó del fango.
hay fragmentos
de cadáver exquisito,
en la memoria.
hoy huele a gardenia,
y suspiro,
por dejar
la ciudad de los coyotes.
tengo un ojo más pesado,
se cansa y desenfoca
soy ojo de viento
entre la copa,
de un árbol
que suspira en desaliento,
de volver
y no ceder más que el asiento,
a tiernas madres niñas
en vagón del metro.
y las vías
serán aun mis interminables amantes
que no se tocan,
nunca se tocan.
extraño volar entre los trenes
más que antiguas percepciones
pero el tiempo se pasó,
y tengo,
mi juventud de laguna
años de laguna.
me asombra el salto al vacío
que me deja abandonar
esta hebefrénia,
que refrenda y tributa,
a esta noche
una bella cordura,
etérea.
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