siempre he tenido,
una brújula en el pecho.
tiemblo,
con la magnitud precisa,
torpe, ansiosa
del ala de un colibrí.
.
.
con el temple indeciso de un ahogado
el tiempo no me
complace,
y las promesas de éste día
que se van por las rendijas del baño,
como un vago espejo,
como humo.
como humo.
pero el agua es fría,
los pocos despojos mi alma ataviada,
la pequeña soledad en calma,
también se escurren
en el baño.
resta asumir,
pasivo,
la tempestiva
augusta falta de destino,
la tempestiva
augusta falta de destino,
y mi brújula va imantada,
sola se quiebra,
lentamente
lentamente
resta tomar
de los recuerdos,
un
puño de sal
y llenarse la boca
con labios secos,
que exudan una estrecha mordida ,
del mismo colmillo,
que está enterrado en mi carne.
un escalón tangible
un declive típico,
del tópico,
desaliento.
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