quiero un atardecer de flores,
un poema entero,
quiero mi silencio como quiero a las cenizas,
quiero a mi cuerpo,
jodido y maltrecho,
quiero un sendero de obsidianas,
quiero ver mis ojos negros del niño,
que obsequiaba rocas
y perder ésta vista opaca,
que a poco se apaga en luces.
quiero, añoro, espero,
la no existencia de la muerte,
sin embargo,
vivo a voluntad y en contra mía.
quiero ver a mis amigos,
a esos que mataron,
a esos para los que no estuve.
quiero perder ésta tortura triste de existir,
pero revivo cada día en éste renacer.
que soy como el fenix que revive y muere,
un poco cada día.
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