miércoles, 23 de marzo de 2016

retrato



trato de convencerme que vale la pena ver el alba,
que dormir en calma me asegurará otro día,
trato de decir que hay empatía,
que no todo está perdido.

veo las noticias cada noche,
me acicalo la cabeza de la desmemoria,
de la falta de credulidad,
en la humanidad,
y me desvisto pensando en la humedad de tus labios,
que bien que mal valdrá la pena.

tengo una ira comprimida,
de queroseno,
tengo un motor de alma encendida,
de color de sufrimiento,
pero al final del día tengo la risa y el canto,
el llanto que sabe incendiar nubes.


me siento bien y mal,
me asiento, mortal,
cual mortaja exhalando en el sillón.



antenoche explotaron otras bombas,
hicieron tanto ruido en todo el mundo,
que se olvidaron de las balas que pasaban por mi casa,
de los niños enterrados,
desollados.

tengo miedo al silencio,
a que éste universo sea solo,
ésto.


y no quiero hablar,
me quiero hundir en el sillón,
convencido que todo se fue a la mierda,
pero recuerdo a la abuela,
que en la guerra perdida contra el cáncer,
no claudicó hasta ese día,
no sé si descansa en paz,
pero sé que el cuerpo no le duele,
quiero creer que la dejaré que me espere
y no puedo imaginar un mundo sin esperanza,
sin la sonrisa callejera,
sin la chica que me coquetea.

trato de convencerme que vale la pena respirar,
que éste mundo no se ha ido aún a la mierda,
que los muertos que no hacen ruido también descansan,
que los migrantes marginados tienen la templanza,
que me falta.

no es un retrato de mis días,
tengo muertos que cosechan despedidas,
que cada día se me presentan en dos o tres disfraces,
para recordarme que aquí siguen adentro del pecho.


me duele que no me duele tanto llanto,
mientras mi gata me mira de reojo.

sé que tengo mucho para no apagar las luces,
no dejar de alzar la mano,
puño arriba frente en alto,
por uno o dos que valdrá la pena.









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