siempre estabas ahí,
ácido,
hermético,
no sé como nos permeamos,
yo pensé o ni siquiera pensé en que llegáramos a ser amigos,
me caíste como el buen mamón que eras,
como una mordida a un trozo de bofe.
empezaste a ser diferente,
bueno, no diferente,
empezaste a tratarme como igual,
fue después de la universidad que surgió,
teníamos necesidades de confort,
de fraternidad y nos hallamos,
hace casi una año que te fuiste
y sigues acá,
en casa lechuga preparando pasta,
o en el departamento de pepe,
siempre, con lo mínimo,
recogías tu colchoneta todos los días
y me enseñaste,
que donde sea que estés esa es tu casa.
así hoy que vivo en el cuarto del as ventanas,
donde zazil y mario,
acá andas en karaoke,
andas en el espresso con las únicas palabras sabías que te he dicho,
lo demás fue el todo,
la compañía, la armonía que me brindaste,
aún cuando te llevaba la chingada,
tal vez no sabíamos que hacer,
solo improvisabamos,
pero estabamos mejor que hermanos,
¿recuerdas el tango?
¿recuerdas las bromas de compadres?
te recuerdo soporte de mi soledad más baja
y siempre entendiste y no te hartaste
o quizá si,
pero no lo decías.
llegaba a las siete en bicicleta,
a mis veintitantas horas de insomnio,
y me recibías con un café,
sonrisa y cara de"ya llegó éste cabrón"
comprensivo,
te vi como un ave,
apagada a días pero inquieta,
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