No hay orgasmo infinito
No hay frase
completa,
no existe reducto.
Puedo adjudicarme tu
luz y tu sombra,
puedo asimilar esa poca coherencia,
que nos tocó al estar juntos,
la heterotopía bajo la sábana,
ese lugar que tuvo sus reglas,
su secuencia propia,
su propia gravedad de mil metros sobre segundo
con dirección al orgasmo.
puedo asimilar esa poca coherencia,
que nos tocó al estar juntos,
la heterotopía bajo la sábana,
ese lugar que tuvo sus reglas,
su secuencia propia,
su propia gravedad de mil metros sobre segundo
con dirección al orgasmo.
Sé que me odias y
extrañas,
y que son dos medidas iguales,
que ese será tu castigo,
por arruinarlo,
todo.
y que son dos medidas iguales,
que ese será tu castigo,
por arruinarlo,
todo.
es irónica,
la forma que tienes de merecer tu castigo,
es despreciar a quien amas,
que expiarás culpas con caricias hermosas,
que te dejan llena de un cuerpo vacío.
y sé,
que puedo:
adjudicarme el brillo en tus ojos,
vanagloriar incesantemente que sin mi pereces
que por mi floreces
y que soy la perfecta esencia de tus venganzas,
que puedes besar pensando en castigo,
que aunque él te toque el ombligo
y le enseñes a tocarte con mis manos,
sé que puedo,
hacer que en esa idéntica copia,
hagas el amor como el odio.
aun cuando te marchas y besas,
sigo siendo referencia en tus noches,
que aún en ciertas caricias-tormenta,
cierras los ojos,
me invocas,
piensas que por besar otra boca,
me haces daño y me dañas,
por que me extrañas,
pero te diré algo sencillo,
poco ilusorio:
gracias a ti puedo decir que me esmero,
si no en saber lo que quiero,
si en que seas mi referencia,
a lo que irreductiblemente no quiero
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