domingo, 8 de junio de 2014

me disculpo



no hay mayor crueldad que el olvido,
 crueldad involuntaria,
que llega y se pasea inadvertida,
que tiene tanta rabia comprimida,
que sencilla y efímera despedida,
devora a los grandes amores,
a las ciudades y pueblos,
es esa gran isla del olvido,
en dónde sus habitantes suicidas, 
buscan como naufrago un rescate.

fue la tormenta la que hizo eco,
sé que puedo ser intenso y fraterno,
pero parece que estoy hecho de lo efímero eterno,
es la lluvia de recuerdos me digo,
en ésta ausencia de amores,
en la presencia de horrores lo que he vivido.

me gustaría sentirme suspiro,
no un capítulo abierto,
con una decisión de curarse la herida,
la pared de fotos mullida, 
las despedidas eternas,
que poblan mi mente.

no deslindaré mis culpas,
quizá el error radica
 en el horror,
de no enamorar,
de no hacerlo cruel e involuntario
y sin horario comprender
a los fantasmas ajenos,
de ser un mesurarme  en el viento.

mis grandes amantes fueron crueles
y yo así,
el error es buscar trazos fieles,
a los recuerdos difusos que se opacan,
y apocan con la ropa desvencijada del tiempo.


entonces,
¿me falta crueldad?
desatar los corceles del odio,
bramar y escupir rostros,
mientras sofoco el cuello inútilmente en espurio,
de la tibia muerte que se asoma en mi vientre,

me disculpo,
el error es fraternalmente mío.


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