esperaba regresar,
no sabes como lo esperaba,
esperaba regresar.
la ciudad de los coyotes,
suspira tranquila,
el nuevo viejo aire
de viejo nuevo mundo,
me desconoce como cualquier ciudad.
cierto, lo olvidaba,
la ciudad me recibe hospitalaria,
tanto,
que me siento justo cual zeús ante Admeto,
pero no soy Zeus, ni lágrima de ambar.
te contaré un poco de Admeto,
quién puede si no la muerte ser tan hospitalaria,
para hacerle servir a un dios como un esclavo,
¿quién puede?
si no el único
que te hospedará por siempre,
sin negarte su morada,
¿quien puede si no?
por que los dioses como las princesas,
también,
mueren.
te contaré pues mi experiencia de viajero,
y tal vez no el por qué de éste viaje,
del tibio líquido viraje,
la búsqueda que no se encuentra
por qué no sé por qué viajo,
tal vez para sentirme cerca,
auqnue sepa que hallarte,
hallarme,
en esta ciudad es imposible,
y sé que dejaré de creer en el destino,
si no te veo nunca más.
en las entrañas del animal sin nombre,
cohabitó con un señor,
sesenta y tantos me parece,
huamantla se asoma en los letreros,
y las ganas de orinar no se contienen,
amable, siempre amable,
musitando, susurrando,
hablandole a sus voces,
ablandará sus roces,
internos que acompañan,
a mi cuerpo en su presencia,
que destierra.
el primer encuentro de salida,
éste señor,
habla solo, visitará a su hija,
y espera llegar a tiempo
tan solo para montar el gusano vortex,
ese metro de ciudad.
él,
habla solo,
como yo solía hacerlo,
me cuenta de un zumbido que llega con los años
y no sabré decirte si mis años
o zumbidos ya se fueron,
si se perdieron y algún día me encuentren,
como su tierna vocesita de señor
que musita canciones e imagina,
que las voces que yo escucho hablan con él.
es tarde, tan tarde que la noche me ciega,
con sus lunas de ciudad en su horizonte.
hay dobleces en las lineas de mis ojos,
que arriban cercana a la ciudad de los coyotes.
Relato procesado.
19/03/13
de mercurio,
metal en guerra
no sabes como lo esperaba,
esperaba regresar.
la ciudad de los coyotes,
suspira tranquila,
el nuevo viejo aire
de viejo nuevo mundo,
me desconoce como cualquier ciudad.
cierto, lo olvidaba,
la ciudad me recibe hospitalaria,
tanto,
que me siento justo cual zeús ante Admeto,
pero no soy Zeus, ni lágrima de ambar.
te contaré un poco de Admeto,
quién puede si no la muerte ser tan hospitalaria,
para hacerle servir a un dios como un esclavo,
¿quién puede?
si no el único
que te hospedará por siempre,
sin negarte su morada,
¿quien puede si no?
por que los dioses como las princesas,
también,
mueren.
te contaré pues mi experiencia de viajero,
y tal vez no el por qué de éste viaje,
del tibio líquido viraje,
la búsqueda que no se encuentra
por qué no sé por qué viajo,
tal vez para sentirme cerca,
auqnue sepa que hallarte,
hallarme,
en esta ciudad es imposible,
y sé que dejaré de creer en el destino,
si no te veo nunca más.
en las entrañas del animal sin nombre,
cohabitó con un señor,
sesenta y tantos me parece,
huamantla se asoma en los letreros,
y las ganas de orinar no se contienen,
amable, siempre amable,
musitando, susurrando,
hablandole a sus voces,
ablandará sus roces,
internos que acompañan,
a mi cuerpo en su presencia,
que destierra.
el primer encuentro de salida,
éste señor,
habla solo, visitará a su hija,
y espera llegar a tiempo
tan solo para montar el gusano vortex,
ese metro de ciudad.
él,
habla solo,
como yo solía hacerlo,
me cuenta de un zumbido que llega con los años
y no sabré decirte si mis años
o zumbidos ya se fueron,
si se perdieron y algún día me encuentren,
como su tierna vocesita de señor
que musita canciones e imagina,
que las voces que yo escucho hablan con él.
es tarde, tan tarde que la noche me ciega,
con sus lunas de ciudad en su horizonte.
hay dobleces en las lineas de mis ojos,
que arriban cercana a la ciudad de los coyotes.
Relato procesado.
19/03/13
de mercurio,
metal en guerra
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