de qué me sirve,
la indigna templanza,
si no tengo esperanza,
no sirve
no me sirve tampoco,
la tranquila impaciencia.
y aunque mis mentes
sigan siendo de Pandora,
de qué sirve vida,
hoy no me sirve.
tengo días,
muchos
con el sabor a plomo en la boca,
ese sabor a fracaso,
con el oxido de olvido.
y me olvido,
de preguntarme,
de sentarme y descifrarme,
así,
el tren, el de las cifras,
me deja varado en los andenes
como vagabundo
esperando el Alba.
le grito al cielo
me sé valiente
pero,
caminando,
bajo lluvias,
mi dominio es apatía,
y el estrepitoso ruido
que es la nota en un compás de pesadillas.
si no me valgo
de qué valgo,
ni la caminata,
ni el aire ajeno que suspiro,
de qué valgo,
pequeño emprendedor de mil fracasos,
qué siempre corro a ningún sitio,
para olvidarme de mi,
dejarme en otro lado.
pequeño emprendedor
me entretengo en azoteas a los ocasos,
para entregarme al llanto
al canto,
que se demora en dominarme.
y las pesadillas me dan miedo
y la vida me da miedo
y el silencio.
y me siento,
a la orilla me siento,
y veo a quienes amo,
como se ausentan,
gloriosamente de la isla de los cuervos.
de qué sirve si no sirvo,
soy un niño padre
que juega escondidillas
al pasado.
pero solo es hoy
que arrastro mis fracasos,
que carezco de los brazos
del pequeño jaguar que me levanta.
la indigna templanza,
si no tengo esperanza,
no sirve
no me sirve tampoco,
la tranquila impaciencia.
y aunque mis mentes
sigan siendo de Pandora,
de qué sirve vida,
hoy no me sirve.
tengo días,
muchos
con el sabor a plomo en la boca,
ese sabor a fracaso,
con el oxido de olvido.
y me olvido,
de preguntarme,
de sentarme y descifrarme,
así,
el tren, el de las cifras,
me deja varado en los andenes
como vagabundo
esperando el Alba.
le grito al cielo
me sé valiente
pero,
caminando,
bajo lluvias,
mi dominio es apatía,
y el estrepitoso ruido
que es la nota en un compás de pesadillas.
si no me valgo
de qué valgo,
ni la caminata,
ni el aire ajeno que suspiro,
de qué valgo,
pequeño emprendedor de mil fracasos,
qué siempre corro a ningún sitio,
para olvidarme de mi,
dejarme en otro lado.
pequeño emprendedor
me entretengo en azoteas a los ocasos,
para entregarme al llanto
al canto,
que se demora en dominarme.
y las pesadillas me dan miedo
y la vida me da miedo
y el silencio.
y me siento,
a la orilla me siento,
y veo a quienes amo,
como se ausentan,
gloriosamente de la isla de los cuervos.
de qué sirve si no sirvo,
soy un niño padre
que juega escondidillas
al pasado.
pero solo es hoy
que arrastro mis fracasos,
que carezco de los brazos
del pequeño jaguar que me levanta.
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