martes, 19 de junio de 2012

de líquido mercurio

silbo en la oscuridad,
dejo la tinta en las cajas,
a la ciudad de cuervos,
 y más que en las manos migajas,
no toco
(por que ya no toco)
arboles grises,
(y así)
extraño a soledad
 abuela
que duerme,
a mi niña casi ciega
que soportó hasta la muerte.



me despojo a tiempo
del tiempo,
del ocio.

con dos cielos bajo tierra,
 ambas manos que escriben,
tengo dicha y espuela
estocada en el lomo
mi plácido colmo,
un tumulto en mi mente,
mi caballo
mi escudo
que  dormita


silencio,

no  viajaré por las vías,
bellos durmientes
que amé más que mis trenes,
mis ancianos,
abuelos dementes,
que no conocí.

durmientes que morí,
 entre ritos y credos,
cerdos,
que no saludo en las calles,
limpian parabrisas,
inamovibles dolientes,
deambulan
acumulan

              liquido humo.



ya no viajo con lobos,
de alguna manera estepario,
fragmentario
clemente
 no reto a la muerte
y hasta te confieso me gusta la vida
ahora me gusta.

no quemo cartas,
ni tiro fotos,
no escribo mantras
ni rezo a locos,

así,
cada día me hallo,
y me pierdo un poco,
sin querer estoico,
sin querer sofoco,
si, solo hay que temer al poco
aire que me sobra en los pulmones,


termina un ciclo,
mi corcel compañero
 pasa a otras manos
a otras piernas
se amplían los círculos,
se termina el tosco
viaje de metal sobre un mismo caballo






















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