viernes, 21 de octubre de 2011

Oneiros






Me niego a caer (infinitamente) al abismo.


Despierto,
si, quizá despierto
y acaricio la idea, de dormir,
ver niños muertos
en tus ojos,
despierto,
o quizá no,
escupo la idea,
de (no) ver  descarnados,
de una peste,
 inaudita,
que me impregna

soñando
con un pantalón roto,
(por que las palabras son la vestimenta del alma)
Que despierto.

Soñando,
que no amé
y que no amo
a la enfermera de alcatraces,
que me mira
Después de no morir,
verdadero suicidio
Del cual no reviví

.
sueño que vivo en el campo,
y que la tierra la conservo,
más allá de las uñas,
de unas manos,
sucias
de no tocarla
Viajar
en mis hábiles patas,
correr siempre
..
(infinitamente)
 bajo
la luz de tu sombra,
la que creaste,
tú,
para hacerme casi alguien.

no soy conciencia,
y
la pus del cansancio
me sofoca sobre el cenicero.



­

una muchacha hermosa,
me aterroriza,
con su bella guadaña,
besando mis labios,
pesando en mis labios.

me queda un ojo
con la longitud de los muertos,
y aunque no lo creas
los muertos
 hablan,
en el agua,
confusos,
ensimisman sus voces,
luchando,
cien murmullos en el tímpano,
y

puedo no bañarme,
no tomar agua,
no.

desearía,
que escucharas el eco,
que resuena en el torpe cráneo del viento.

desearía

que solo sintieras,
lo que en el esternón
retumba,
y
dejaras
el hígado descansando un rato.

acaricia mi piel,
hermosa tu sin piel,
solo usas mis manos,
y me tocas,
y cómo acariciarte a ti,
que ahí,
dónde te escondes,
eres el terremoto
que me cimienta,
que me absuelve,
me dicta
me escucha
me besa,
así, aún nos da miedo
la carcajada de los descarnados,




podría ofenderte ,

podría fingir que no me miras,
(por que [no] me miras)

podría

pero solo podría pudrir tu piel
me enferma
cómo el coma infinito en el que vivo
y que vivo
por morir, viendo lento y violento,
como mi ciudad es una isla,
donde hay cuervos
árboles

 lugares comunes

sobre el desierto,
no quiero caminar nuevamente
y es que es tan bello sol, sol es tan bello,
que no podría describirte,
a ti  abuela
que se siente abrazarte
en las noches,
descansar sin cuerpo,

me gusta morir todos los días
en cada cruce de caminos,
besarla en cada golpe,
pero no,
no muero,
y el infinito
(ese contenedor continente)
se desborda.


anda, trae a Morfeo,
juguemos ajedrez,
invítame
(como a Oliverio)
a jugar con trenes.


































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