llegué meses después del temblor,
a una tierra donde el sol le da un descanso al tiempo,
puede descansar,
un sitio,
un sitio de dónde los empresarios se lamen los labios,
para saquear,
el lugar,
donde está la vida.
cerca de dónde se compró la tierra del viento
y las eólicas destruyeron al ciento,
de aves que surcaban el tiempo.
de la abundancia,
he caído,
en una preparatoria derruida,
hecha escombros,
y he visto niños reconstruyendo salones,
creando el presente,
para cosecharse futuro,
organizando la mente,
para llevar un poco de paz,
paz rebelde
y me ha hecho creer que justicia es más que unas letras.
caí con niños que me han enseñado más,
que lo que los libros,
los estadistas,
los doctores,
los pastores,
los burócratas,
los acratas,
los ingenieros,
he caído en la sonrisa de jaasani,
para entender que el mundo es más que cemento
y títulos de nobleza.
y aprendí de el ritual de la fiesta,
cómo se borda la vida.
yo que siempre me he quejado
y he buscado
dónde está la vida,
ahora que sé que entiendo menos,
me siento un poco más en paz.
he caído en tu agua,
en tus hilos Ostuta
y no podría decirle al viento,
al ciento de aves,
no podría explicarte la risa y el mar,
la calma,
del sitio donde mi ojo de viento,
encontró en el río un ojo de agua,
y aprendió a amar la vida
y tiene sentido por segundos,
que viajo en la risa del río.
soy un errabundo de ciudad
y en la mía,
los ríos son cloacas,
venas muertas bajo el cemento.
¿cómo explicar la vida?
y el alma,
cuando el alba me salva,
y me arrepiento,
de no saber construir un salón,
de no tener como.
el ojo de viento se enamora del río
y mi vida tiene sentido por segundos.
yo que vengo de ciudad,
que no tengo un arraigo,
yo que vengo de donde nadie debería,
y que regreso,
sin regresar a Xalapa