con el tiempo la vida no se vuelve de uno, uno se devuelve a la vida a dar un poco de lo que recibe, y en ese afán de gratitud, uno se hace poco menos egoísta, no sé ni cómo es que sucede, y aunque no siempre, no pronto, pero sucede y es algo que se ve en la sonrisa, se reconoce lo genuino de la calma después de una tormenta, porque nuevas tormentas vendrán,y pasarán también algunas otras que nos agarran menos desprevenidos, y aún un poco más sensatos. si he de reconocer cómo sucedió no podré decirlo, el bajar el ritmo, en los recuentos, se ha hecho evidente, mis platicas dejan de ser desde el protagonismo o de ser un protagonista espectante, que es distinto. desde hace tiempo me cuesta desprender el corazón, pero a veces sin razón viene un viento de caricia y un encuentro, y te rebasa un poco. a veces narro y a veces me narro, porque no sé quien más podría describir desde afuera lo que pasa adentro.
con el tiempo uno se devuelve a la vida, aún con corajes y cautelas, pero con un gran despertar de gratitud, ya no solo al piso que te detuvo de una caída más grande, se agradece también a la roca con que se tropezó antes de acelerar. se agradece a los ojos grandes que le hacen un redoble al corazón y a la casualidad de llevar a dos personas a un mismo sitio, aunque sea por un rato, para dar un motivo para sonreír.
hacer de la sonrisa un canto de vuelo.
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