jueves, 7 de abril de 2016

déjame


tus costillas son mi arpegio,
mi querida anarcoreta,
tu ombligo penoso,
tus piernas de cedro,

vente,
trae con tu silencio la impaciencia,
tu ausencia  que demacra
a todos los rostros de la memoria,
y los destierra a todos al olvido,
acércate en cada verso,
ven, 
con tu ombligo apenado,
te estoy haciendo el versayuno.

el digno ayuno de tu cuerpo,
porque te hago el amor a la mente,
se dirá que no es un consuelo,
pero basta tocar el suelo
de tus despedidas,
para hacerte el amor con cada letra,
que caen,
como la lluvia,
que suena a cuerdas de arpa y de jarana.


ven, 
déjame hacerte el amor a la mente,
como se lo hace el silencio a la música.

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