viernes, 30 de agosto de 2013

Bala

no hay calma que llene éste vacío
éste hastío
de sonrisas y de lutos,

hay cosas divinamente pasajeras,
y las presencias venideras
en forzar casualidades,
así pues,
que las verdades absolutas que vengan otro día.

Y hay potros muertos en los prados,
dónde escampan las lluvias cenitales,
de luz,
de aureola de tu pecho, mi coronilla,
la cosquilla tibia en tu recuerdo,
y la súbita calma en subir mis dedos hacia tu garganta,
y sofocarte levemente.


desnuda esta la tierra,
plus mi color arena
que soy un falso moreno
que siempre ha pretendido ser un verdadero,
fantasma de tierra y no desierto,
que así ves aún no he muerto,
pero sin raices falta poco.



y aunque siempre se me ama con luz apagada,
no me veas durante el día,
soy la certera y atroz bala perdida,
que escupió la vida,
para brincar a la rompiente.









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